EL PENSAMIENTO EN LOS TRASTORNOS DE ADICCIÓN

Diversos son los puntos que podríamos abordar para explicar la adicción. Por una cuestión de límites en lo que hace a la redacción de un artículo se hará un recorte que enfocará el problema en los procesos cognitivos puestos en juego en las adicciones, es decir, el modo y la forma tanto consciente como inconsciente de pensar este trastorno. Siempre teniendo en cuenta que es un recorte teórico, dado que en la práctica, múltiples factores se entrecruzan, de índole tanto persona! (cognitivo, genético, etc.) como social y familiar, para lo cual, pensar un abordaje profesional exitoso implica intervenir en la multiplicidad de las áreas afectadas.

Toda conducta, sea de naturaleza patológica o no, es el resultado de factores, en su mayoría inconscientes. Podríamos definir a la conducta como el resultado final de una serie de creencias primarias, pensamientos automá­ticos y emociones que influyen de manera tal que el individua actúe de una manera deter­minada. Todos presentamos un bagaje de creencias nucleares o primarias modeladoras de nuestro psiquismo que se forman y desarrollan en la infancia en interacción con:
A) los otros sig­nificativos (padres, hermanos, maestros, pares )
B) vivencias y/o ausencia de afecto
C) su­cesos tanto placenteros como displacenteros y/o traumáticos
D) rasgos genéticos. Estas creencias serán las que definan los rasgos de personalidad de cada individuo. A su vez las creencias nucleares son acti­vadas e influyen en nuestra manera de vernos a nosotros mismos y al mundo, es decir, son modeladoras de nuestra forma de evaluar y pensar el mundo. Nuestros pensamientos están directamente relacionados e influidos por las creencias an­teriormente señaladas.

Hasta el momento sabemos que nuestros pensamientos acti­van creencias inconscientes, pero vale preguntarse, ¿qué papel juegan estos pensamientos en nuestras formas de actuar? ¿en nuestra conducta y en nuestras actitudes? Pensemos en nuestras emociones: ¿son sólo estados de ánimo propios de nuestra gené­tica? ¿Por qué un individuo frente a una situación X puede sentirse ansioso o con ira mientras que otro en la misma situación se encuentra con un estado emo­cional neutra? Ejemplo de ello son las fobias, estados de evitación que generan momentos de angustia y ansiedad y afectan la vida individual y social de los individuos. Pues bien, partimos de la hipótesis de que así como las creencias nucleares forman nuestros pensamientos, estos últimos son los responsables directos de nuestras formas de sentir. Todo estado emocional de cualquier índole esta fuer­temente influenciado por nues­tro sesgo cognitivo, nuestra ma­nera de pensar y evaluarnos a nosotros mismos, a los otros, al mundo y a las situaciones que se nos presentan. 

Frente a situaciones puntuales nos sentimos de determinada manera en función de cómo pensamos y evaluamos dicha situación. Nuestras emociones están dirigidas por nuestros pensamientos. Una serie de pen­samientos que se presentan diariamente en nuestras vidas son los denominados pensamientos automáticos. Estos son pensa­mientos espontáneos o imágenes que no suelen registrase y que se presentan creíbles cuando ocurren; por tanto se aceptan como hechos que no se cuestionan, generen estos o no emociones desagradables y conductas desadaptativas.

CIRCUITO SIMPLIFICADO DE LA ASOCIACIÓN CONDUCTA-COGNICIÓN:

CREENCIAS NUCLEARES ­PENSAMIENTOS (incluidos pensamientos automáticos) – EMOCIONES = CONDUCTA (acción)

Señalemos antes de pasar al funcionamiento de las cogni­ciones en los trastornos de adic­ción que entre los pensamientos/emociones y la conducta media un paso: la toma de decisión.
EI trabajo con adicciones nos indica que este paso se presenta como tenue frente a la tensión de la emociones o bien se en­cuentra fagocitado por rasgos de personalidad adictivos y disfuncionales, lo cual da como resultado conductas y/o actitudes sumamente desadaptativas, impulsivas y perjudiciales.

Sabemos que la Comunidad terapéutica actúa en las distintas áreas, ya sea a nivel individua!, como a nivel social y familiar; por media de grupos, talleres, laborterapia, terapia individual, terapia grupal, grupo de fami­liares, etc. Busca actuar en todos los niveles donde la patología emerge. Asimismo plantea un sistema simple de utilizar pero rico y complejo en su dinámica, destinado a las modificaciones de actitudes. ¿Cómo trabajar en­tonces sobre el complejo sistema cognitivo presente en el psi­quismo? Antes de pasar a señalar algunos aspectos del sesgo cognitivo en el adicto señalemos que debemos actuar en todos los niveles del circuito cognitivo, esto es:
A) Directamente sobre la conducta y actitudes disfuncio­nales
B) Sobre la forma en que el adicto se ve a si mismo y evalúa el mundo
C) Sobre sus pensamientos automáticos
D) sobre sus emociones
E) sobre sus Creencias nucleares. 

Si queremos lograr modificar la conducta desde sus raíces, esto es, no solo conseguir un cambio sino poder sostenerlo, tenemos que influir en el amplio circuito cognitivo atravesando los ejes de la conducta, las emociones y las cogniciones. Solo así podremos pensar un cambio que influya en la baja autoestima; formas desa­daptativas de afrontamiento; vínculos y relaciones enfermas; baja tolerancia a la frustración, etc. 

Una de las finalidades del tratamiento es desarrollar en el sujeto nuevas formas de resolución de problemas. En los trastornos de adicción se pasa de estados emocionales negativos a la conducta sin un espacio de reflexión, lo que deriva en conductas impulsivas y destinadas únicamente a la descarga emocional y no a la solución del problema. Uno de los objetivos principales propuestos por la comunidad terapéutica y llevado a cabo día a día por media del sistema es que el paciente logre identificar sus estados emocionales negati­vos, hablar sobre ellos y generar un espacio de reflexión sobre el modo y la forma más asertiva de solucionar lo que le sucede. Se pasa así de lo impulsivo a lo reflexivo. Esto se traduce en que el sujeto deja de actuar para poder hablar sobre lo que siente y piensa. EI pedir ayuda y contar con un «otro» implica un nuevo espacio de interacción y de reflexión sobre lo que le sucede. La conducta pasa a ser un medio para un fin y ya no un fin en si mismo, es decir, la conducta esta destinada ya no a la descarga emocional (fin) sino a la resolución del problema (conducta como medio).

Para poder intervenir en las cogniciones, la emociones y las creencias primarias tengamos en cuenta que en el trastorno de las adicciones las interacciones de estas partes, en tanto son sumamente disfuncionales, van generando hábitos y rasgos de personalidad patológicos. Estos últimos son denominados como rasgos de personalidad adictivos y están presentes en todos los sujetos más allá de sus particularidades individuales. Los rasgos mas significativos son: a) Sensibilidad general hacia sus sentimientos y emo­ciones desagradables; Serias dificultades para expresarse; b) Poca motivación para controlar la conducta (impulsividad); c) Técnicas inadecuadas para controlar la conducta y el afrontamiento de los problemas; d) Disminución relativa de las perspectivas futuras. Se centran en estados emocionales del aquí y ahora sin tener en cuenta las posibles consecuencias de sus acciones y e) Baja Tolerancia a la Frustración. Este último factor, en conjunto con las dificultades del sujeto para expresar sus emociones y sentimientos, es considerado central en la predisposición al consumo.

Para intervenir sobre las emo­ciones y pensamientos subyacentes se deberá tener siempre presente que estos últimos están directamente relacionados y ac­tivados por las creencias nucleares/ primarias. No pondremos el foco sobre los modelos y medios de intervención aplicados en la comunidad (grupos, terapia, re­flexión, etc.) sino en las carac­terísticas principales de las cre­encias con el fin de actuar sobre las cogniciones (pensamientos) presentes en los adictos.

Podemos identificar dos grandes grupos de Creencias nucleares presentes en las adic­ciones que en combinación con estados de animo displacenteros se activan y dan lugar a creen­cias adictivas y justificatorias del consumo.
Los dos grupos de creencias nucleares presentan las caracte­rísticas de una visión negativa de uno mismo (indefensión; indeseabilidad); una perspectiva negativa del ambiente (nocivo; opresivo) y una visión negativa del futuro (desesperanza).
El primer grupo de creencias disfuncionales se relaciona a la supervivencia personal, la autoestima, los logros y la motivación. 
Según la particularidad de cada adicto estas creencias se presen­tarían con el contenido siguiente: «Soy inferior, débil, inepto, soy un fracaso, no sirvo, etc.». EI segundo grupo de creencias disfuncionales tiene que ver con la vinculación con otros individuos o con un grupo (esta clase de creencias se relaciona con lo queridos o aceptados que son. Ejemplos de ellas son: «no soy querido ni deseado, me rechazan, tengo defectos sociales, soy diferente, etc»).

Estos tipos de creencias, primarias e inconscientes, gene­ran las bases y predisponen a una vulnerabilidad específica. Cuando aparecen circunstancias que pueden confrontar al sujeto con estados de ánimo displacenteros estas creencias son activadas y se presentan en formas disfuncionales y negativas de pensamiento que derivan en formas de actuar inadecuadas e impulsivas. Por ejemplo: frente al rechazo social, se activa la creencia «me rechazan, tengo defectos socia­les, etc.». Los pensamientos fren­te a una situación displacentera pueden ser de distinta índole en función de las características individuales del sujeto. En este ejemplo un pensamiento auto­mático frente a la creencia dis­funcional activada puede ser del tipo: «necesito consumir para poder ser aceptado». Este es un clásico ejemplo de una cadena disfuncional que comienza con creencias nucleares, pasa por pensamientos automáticos negativos, estados de ánimo displacenteros y finaliza en una conducta adictiva. Como podemos apreciar, este ejemplo nos da la pauta no solo de un circuito cognitivo disfuncional sino también de la imposibilidad del sujeto para evaluar opciones alternativas para enfrentar un problema. Esto es, lo que anteriormente señalábamos como dificultades frente a la resolución de problemas. 

Finalizando, me gustaría señalar, que todos los individuos tenemos la tendencia a repetir modos de actuación ya sean estos funcionales o no. Es lo que deno­minamos como hábitos. En los adictos el circuito anteriormente señalado se repite de manera tal que no es percibido ni registrado por la persona y en la medida en que más se repite más se pro­fundiza la dificultad para enfren­tar los problemas de una manera diferente. El sesgo cognitivo (forma de pensamiento) termina definiendo un estilo, una idiosincrasia particular de verse a sí mismos y al mundo que los rodea; se piensa, se siente y se actúa de una manera y con características particulares. 
Es por tal motivo que en las primeras etapas de tratamiento el adicto suele enfrentarse al sis­tema. Sistema, que señalemos, presenta una idiosincrasia también particular, en donde la forma de actuar y pensar se presenta como diferente y basta opuesta a los hábitos adictivos.

Por Lic. Agustín de Brito